Aquel extraño viaje

 Aquel extraño viaje

                                        Pepe Ramos

El avión despegó del aeropuerto internacional de Barcelona. Los pasajeros,  distraídos, se acomodaron con calma  en sus asientos. Las azafatas, con una sonrisa automática y vestidas con sus impecables uniformes, acomodaban a los rezagados, mientras se iniciaba la ascensión a un cielo despejado.

Durante las primeras horas, todo parecía transcurrir con normalidad. El avión surcaba el aire en una ruta estándar, hacia un destino que estaba en la mente de todos los  pasajeros. El sol se filtraba lentamente por las ventanas, la mayor parte de los viajeros dormitaban en sus asientos, algunos con la cabeza reclinada o permanecían absortos en sus móviles, otros hablaban en grupo pendientes de conversaciones intrascendentes.

De repente, y sin previo aviso, el capitán dijo con voz mesurada: "Cambio de rumbo". Solo dijo eso, algunos pasajeros se miraron desconcertados, minutos después se estableció  la acostumbrada rutina del vuelo. Las azafatas, sonrientes y organizadas, volvieron a pasar por los pasillos, sirviendo bebidas y bocadillos. Nadie las veía hablar, sus gestos eran tranquilos, incluso mecánicos, como si no estuvieran en un avión sino que formasen parte de una  coreografía perfectamente sincronizada.

En la cabina todo era silencio, en el avión, apenas se oía el sonido de las bandejas y el plástico de las bolsas de frutos secos y bocadillos. Los viajeros, indiferentes,  aceptaban lo que les ofrecían, no tenían hambre, ni sed, simplemente era un servicio gratuito. Nadie había pedido nada, las azafatas les ofrecían zumos de melocotón o fresa y café solo, galletas saladas. Los ojos de los viajeros, abotargados por el aburrimiento y el sueño, no eran conscientes de lo que estaba sucediendo.

Pasaron horas, luego un día completo, y el avión siguió volando sin cesar. Las azafatas, con rostro impasible pasaban con el carrito  de bocadillos y bebidas, nadie se molestó en explicar qué estaba ocurriendo, los viajeros tampoco preguntaban nada, estaban invadidos por la apatía más absoluta. El rumbo volvió a cambiar de nuevo hacia una dirección desconocida que nadie entendió, tampoco ahora preguntó nadie por qué.

El avión flotaba en el espacio como si nada pudiese interrumpir su marcha incesante ni hubiese problema alguno con el consumo  de combustible.

Las horas pasaban y los pasajeros comenzaban a perder la noción del tiempo, una extraña sensación de calma se había apoderado de todos. Nadie preguntaba por qué el avión no aterrizaba, nadie pedía explicaciones. Se dejaban llevar por un sopor colectivo. Las azafatas seguían pasando por los pasillos ofreciendo bebidas y bocadillos, sin decir una palabra.

En algún punto, un hombre, cansado de no entender lo que sucedía, se levantó y caminó hasta la cabina. Al llegar, la puerta estaba cerrada, miró a través de la ventanilla y solo vio una gran cantidad de nubes blancas. Sin embargo, no podía distinguir la hora del día ni la ubicación del avión. Había algo en el aire completamente ajeno a lo que aquel hombre había sentido siempre, regresó a su asiento en silencio, y cuando se sentó, la azafata pasó junto a él con una bandeja de galletas,  el pasajero tomó una en silencio.

Cuando el vuelo duraba ya dos días completos en el aire, las azafatas continuaban sirviendo una y otra vez los mismos bocadillos, las mismas galletas, las mismas bebidas. nadie se sorprendía de nada. 

Tres días después aparecieron familias en el aeropuerto preguntando qué había pasado con los pasajeros del vuelo,  se mostraban asustados por la falta de noticias. Nadie había recibido ninguna llamada ni mensaje de móvil de su familiar embarcado y la noticía saltó a todas las televisiones de Europa y Estados Unidos, de donde procedían algunos  viajeros de aquel vuelo al que las televisiones comenzaron a llamar "fantasma"  y del que nadie volvió a saber nada. 

Una semana después de haber sido motivo de controversia en todas las cadenas de televisión, emisoras de radio y titular en primera página de todos los periódicos importantes de los países europeos y americanos dejó de hablarse de ello y se olvidó.

Un periodista de EL PAIS que había sido despedido mandó un artículo a varios periódicos de tirada nacional y se publicó. El titular decía: ¿A dónde fueron a parar los viajeros del vuelo AKSH de PAM  AMÉRICA que partieron del Aeropuerto Intenacional de Barcelona?. Pero, esos periódicos fueron retirados en las primeras horas de la mañana de todos los puestos de periódicos de España. No sabemos si fue editado el artículo en los rotativos de Estados Unidos.


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