ENRIQUE
Enrique amaneció desnudo y sin dientes, tardó bastante rato en reaccionar, sus ojos eran una masa informe de legañas pegadas a los párpados de los que nacía hasta la nariz un reguero reseco, se le habían secado las lágrimas. Le dolía horriblemente la cabeza, su boca no era más que un pozo oscuro de sangre reseca de horas. Intentó pensar pero no era capaz, solo sentía aquella tirantez en la cara, la boca, reseca, no la podía cerrar, el dolor se le hacía irresistible, dejó pasar unos minutos antes de tener las fuerzas suficientes para hacerse cargo de su situación pero aquella semioscuridad no ayudaba, luego, cuando los ojos se adaptaron, descubrió un espejo roto en la pared que quedaba frente al jergón en el que lo habían arrojado, sacando fuerzas de flaqueza, muy poco a poco, fue consciente de lo que le ocurría, el intenso dolor de cabeza, aquellos latigazos en la nuca, el escozor de los ojos... De pronto recordó, le habían dado una paliza y no recordaba más que los pies d...