ALBERTO ARENILLAS, Detective privado.
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ALBERTO ARENILLAS, Detective privado.
Un relato de Pepe Ramos
El despacho de Alberto Arenillas conserva la pompa de tiempos mejores. Es vistoso, con muebles de caoba, cuadros en las paredes y una foto de boda de hace muchos años, La foto, ampliada, parece observar, con cierto reproche, el presente gris del detective.
El trabajo escasea, por eso, Rita, la secretaria, no ha vuelto desde el mismo día en que Alberto no pudo pagarle el segundo mes consecutivo.
Ahora tiene que conformarse con lo que le sube Paco, el chico del bar La Rosa cuando queda algún billete en su bolsillo, hoy está comiendo un bocadillo de sardinas en aceite, mientras piensa, como tantas otras veces, que hay que hacer algo para cenar esta noche e ir pensar en algún trabajillo, del tipo que sea, que le saque del marasmo que es su vida, mastica con parsimonia mientras cavila sobre qué podría hacer, hasta ahora, siempre o casi siempre surge algún apaño, es raro el día que se acuesta sin cenar, su habilidad en la negociación le abre las puertas a extraños negocios, tiene facilidad para envolver, para manipular a la gente.
Últimamente ha descubierto un sistema que, aparte algún que otro sopapo, le ha sacado de apuros económicos más de una vez, él, lo llama, la negociación a dos bandas, cobrar a las dos partes del caso, tiene algún riesgo pero... Los tiempos son así.
La puerta del despacho, que está siempre abierta cuando él está, se ha movido, alguien la empuja, chirria, entra una mujer de unos sesenta años que mira a un lado y a otro y por como mueve la nariz, parece que no le gusta lo que ve, el detective, impasible, sigue con su bocadillo y deja caer alguna mancha sobre el periódico que ha puesto sobre la mesa.
- Pase, por favor, no se quede ahí, puede sentarse, hay varias sillas por ahí...
Doña Adelfa Aranguren entiende que ese despacho es de otros tiempos y el tipo que está detrás de la mesa no le gusta, pero ella va a lo que va, se presenta en cuanto se ha sentado frente al hombre que intenta limpiarse las manos de grasa con una hoja del periódico.
-Mi nombre es Adelfa Aranguren, y quiero que lleve mi caso, me han hablado bien de usted. pero, no sé...
-Sí, doña Adelfa, puede confiar, me pilla en mal momento pero...
-Bien, se trata de mi marido, un golfo más grande que.. bueno, está liado con su secretaria desde hace varios años, lo he sabido siempre pero es ahora cuando me interesa que usted busque las pruebas para ir a un divorcio rápido... y sobre todo, rentable. -La imagen del detective, es de lo más inapropiado para doña Adelfa aunque, si es la mitad de habilidoso de lo que le han dicho, no importa su cara de patán, ni su camisa abierta, ni la cara brillante de grasa, a doña Adelfa todo eso le da un poco igual, el caso es que consiga las fotos-, saca un papel del bolso y lo deja sobre la mesa.- aquí tiene todos los datos, la dirección de la... fulana y...
Arenillas sabe que no le ha caído simpático a la señora endomingada que le mira con asco. Toma el papel, lo lee lentamente y afirma.
-Sí, los datos son suficientes, pero...
—Señor Arenillas, quiero pruebas irrefutables. Fotos claras, que pueda presentar en el juzgado. Mi marido es Ernesto de la Fuente, y la... secretaria, Paloma Calzada.
-Todo es que estemos de acuerdo, solo falta por concretar... mis honorarios...
Doña Adelfa parece no hacer caso a las palabras del detective, sigue con lo suyo.
—Llevo casada con ese... hombre demasiados años para aguantar más. Es el propietario de la empresa de Transportes La Fuente. Tiene tanto dinero que no sabría cómo gastarlo. La casa de ella está ahí, en esa foto que le entrego con el papel de los datos, como puede comprobar... se ven en su "nidito" desde las nueve de la noche hasta... Para usted será pan comido... Bueno, ese es su oficio...
Arenillas suspira consciente del empeño de la señora por menospreciar la tarea por la que tiene que pagarle... pero no importa. Le adelanta.
—Va a ser difícil, costoso y, sobre todo... si lo quiere pronto...
-Lo quiero ya, en cuanto tenga las pruebas, voy con las fotos al juzgado, mi abogado dice que está hecho, que vamos a ganar, pero, eso sí, tienen que ser unas fotos explícitas, que se vea claramente que no están... tomando café, para que usted me entienda.
-Acepto el caso doña Adelfa, en cuanto las tenga... la llamo y me abona usted...
-Me han dicho que cobra alrededor de tres mil euros para los primeros gastos y luego...
El detective aprovecha la ocasión, sonríe.
-Ese es el precio de hace dos años, ahora son cuatro mil...
-Venia preparada, ahí están los cuatro mil.
La señora abre el bolso y deja sobre la mesa ocho billetes de quinientos euros
Cuando la señora sale del despacho Alberto se considera un hombre feliz. Es un caso fácil y muy muy rentable.
Al día siguiente, con paciencia y cuidado, sigue a Ernesto y Paloma, necesita conocerlos, observa el edificio, el portal, las ventanas... Luego se presenta en el despacho del señor De la Fuente para negociar. La risa socarrona de aquel buen señor cuando le habla de las intenciones de su esposa, le convence de que ha elegido bien. Ernesto abre el mueble-bar y llena dos copas de coñac. Se sientan.
-Vaya, vaya, vaya con mi amigo Arenillas, cuatro a ella y diez a mí, pero tienen que ser unas fotos de principiante, se va a enfadar mucho, pero si no se enfada ella, el que se va a enfadar voy a ser yo, y eso sí que no iba a gustarle...
Atendiendo al requerimiento del señor De la Fuente y sobre todo, a su necesidad de dinero, no tuvo reparo en engatusar a la vecina de enfrente a la casa de la tal Paloma, no estaba como para escalar por la fachada para tirar una foto, le costó bastante convencer a la vecina pero le salió gratis, solo hizo falta contarle la historia de que era su mujer la que estaba con su baboso jefe y la señora se deshizo en facilidades, solo puso una condición para aceptar, tenía que estar presente cuando el "marido burlado" hiciese las fotos, a la buena mujer le hacía mucha ilusión poder contar, con pelos y señales, como un marido había sorprendido, desde su balcón, a la infiel esposa, por eso se quedó allí, sentada en una silla detrás de las cortinas, mientras aquel señor manejaba la máquina de fotos. Lo seguro fue que disfrutó, ¡vaya si disfrutó del momento!.
Cuando, a la mañana siguiente, Arenillas se presentó en el domicilio de doña Adelfa y la mujer contempló, detenidamente, las fotos, le temblaban las manos y Arenillas ya se vió maltrecho saliendo de la casa a patadas, la respiración de doña Adelfa era cada vez más fuerte y acelerada, su pecho se agitaba como un acordeón, Arenillas temió que pudiese darle algo malo pero, la buena mujer, con los brazos en jarras. gritó al amedrentado detective.
—¡Pero esto qué coño es! !Ya me pareció usted un golfo desde el primer momento!, estas fotos están hechas desde tan lejos que podría ser cualquier pareja, ¡¿Me ha tomado por gilipollas, Arenillas?! ¡Qué se ve aquí! ¡Un viejo y una chiquilla en cueros... podrían ser cualquier cita de un prostíbulo, ahí no se ve a mi marido... ¡¿Cree usted que puedo presentar esto en un juzgado?!. ¡Para este viaje no hacen falta alforjas!
Se levantó de un salto, haciendo crujir la silla bajo su peso.
—¡Es usted un inútil! Un puto patán que no sabe hacer su trabajo. ¡Me ha hecho perder el tiempo y el dinero. ¡cabrón! — La voz le temblaba, entre la furia y el desconcierto—. ¿Con esto voy a poder sacarle algo al desgraciado de mi marido? ¡Ni de coña! ¡Esto es un insulto a mi inteligencia!
Se llevó las manos a la cabeza, mientras las lágrimas caían a borbotones sobre su abundante pecho.
¡Quítese de mi vista que no respondo de mis actos!
El detective, cabizbajo, recogió las fotos con un rápido movimiento y salió de la casa aparentemente contrito y sin responder nada a aquella airada mujer aunque, para sus adentros pensaba en cómo recibiría a su marido al llegar de madrugada aquella noche, se sintió feliz, alegre e inteligente.
"¡Arenillas, corren malos tiempos pero tú te lo sabes montar, si señor, si señor!"
Sabía que a la mañana siguiente recibiría lo acordado del marido burlador y se frotaba las manos como si el dinero estuviese ya en su bolsillo.
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