LA VISITA
La visita Los tres coches enfilaban calle arriba hacía la carretera general, fue Candelas la única que se despidió tirándome un beso con la mano abierta mientras Lola, su hija, se entretenía con la NINTENDO sin mirar a nadie. Dentro, con su eterna sonrisa, Rocío, frota entre sus manos, un pañuelo ya deshilachado. -Adíos, papá. Cuídate mucho, ya nos llamamos ¿vale? -Vale, hija, vale. Estaremos en contacto. * * * * * * “¡Qué barbaridad!, con la ilusión que me había hecho su llegada, no sé por qué, quizá fueron fantasías las que me hicieron creer que una vez aquí, viendo el panorama, tomarían cartas en el asunto, de hecho, Candelas, la pobre, se remangó en cuanto soltó las maletas y dejó la casa como un jaspe en menos que se dice, ¡vale mucho esa chica! Ya lo creo, pero no, lo que he sacado en limpio es que no son buenos ni para ellos mismos porque, con la vida que llevan, cualquier día… Y el caso es que, al verlos aparecer, tan alegres, llenando la casa d...