El ambiente está cargado.
EL AMBIENTE ESTÁ MUY CARGADO.
No es fácil hablar de política en España sin provocar discusión. Los políticos están provocando, sin darse cuenta del todo, enfrentamientos y desconfianzas. En cuanto hablas, para unos eres rojo y para otros facha. No nos damos cuenta de que en este país, gobierne quien gobierne, necesita marcar un rumbo, actuar con responsabilidad y sentido de comunidad.
Es innegable que Pedro Sánchez ha gobernado con firmeza en momentos difíciles.La pandemia, la guerra de Ucrania que disparó los precios de la energía, y una política compleja por la fragmentación parlamentaria. Ha salido adelante, muchas veces, gracias a equilibrios muy delicados, propios de otros países como Alemania o Suecia por citar solo dos.
Cuando uno levanta la vista tiene la sensación de que no importa mucho quién venga después porque el margen de maniobra es muy estrecho.
Ya que la estructura política, social y económica actual está cogida con alfileres. Hay decisiones dictadas por la urgencia más que por un proyecto de país y los ciudadanos están cada vez más cansados y por eso, se alejan del debate público, en parte por resignación, escepticismo o rutina.
La solución no es si se debe o no cambiar de gobierno sino en cambiar el fondo del discurso. Volver a poner sobre la mesa los valores que nos sostienen como sociedad: la responsabilidad individual, el valor del trabajo bien hecho, la importancia de la palabra dada, el respeto a las instituciones, y sobre todo, el sentido de unidad en la diversidad.
España seguirá cambiando. La incorporación de millones de personas migrantes ha transformado nuestro mapa social, cultural y religioso. Y ese cambio no puede ni debe ignorarse. Al contrario: puede ser una oportunidad para construir una sociedad más flexible, más abierta y más consciente de su pluralidad. Pero eso exige un esfuerzo colectivo de comprensión, de diálogo y de empatía.
España necesita un proyecto común. No un modelo cerrado, sino una visión compartida de futuro. No se trata de volver atrás, sino de recuperar lo mejor de lo que fuimos: una sociedad capaz de levantarse después de grandes crisis, un poco volver a las ideas del comienzo de la Democracia, encontrar acuerdos y de avanzar sin perder el norte.
Porque si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo va a hacer? Y si no lo hacemos ahora, ¿cuándo?
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