EL ACCIDENTE DEL SEÑOR ANSELMO
EL ACCIDENTE DEL SEÑOR ANSELMO Pepe Ramos Cuando yo tenía siete u ocho años, pasábamos todo el santo día de Dios en la calle, revueltos en el polvo en verano y en el barro en invierno y, mientras una caja de cartón y una cuerda era un maravilloso coche y un montón de arena con dos piedras el más maravilloso campo de fútbol, en medios de nuestros juegos, respirábamos la vida que palpitaba a nuestro alrededor, quisicosas que a veces solo nos chocaban un poquito por aquello de la costumbre. Nos dábamos cuenta perfectamente de que antes del atardecer, Margarita, llamaba a Carlos, Manolo y Tomás y los metía, a empellones, para casa porque tenían que estar acostados antes de que llegara, casi siempre borracho, el señor Manolo, su marido, un hombre malhumorado que había perdido un brazo en la guerra. Eso formaba parte de la rutina, nos parecía normal, lo que nos sorprendió grandemente fue el accidente del señor Anselmo. Eso nos dejó descolocados unos cuantos días...